
CADA MAÑANA ME DUCHO CON MI JEFA
No miento. Cada mañana me ducho con mi jefa. Esta frase la pronunció una participante en uno de mis talleres grupales de Mindfulness para empresas hace escasas semanas.
Imaginaréis la reacción del resto de participantes del grupo, todos compañeros y compañeras de trabajo… El aula se llenó de caras de sorpresa e incluso se podía oír alguna que otra risita nerviosa.
Evidentemente, fue cuestión de segundos que el grupo asociara esta afirmación con el contexto en el que fue formulada: poner atención plena en nuestras actividades diarias, ¡incluso en la ducha!
Nuestra mente se halla en permanente estado pensante. Me gusta hacer el paralelismo de nuestra mente vista como una autopista por la que no paran de pasar coches a toda velocidad, generando ruido e incrementando la contaminación.
Ese ruido generado por nuestros pensamientos incesantes e inconscientes, es capaz de contaminar nuestra mente, entrando en un bucle de pensamientos negativos que, a su vez, nos arrastran a estados de tristeza, preocupación, enfado, irritación o malestar.
Por ello te propongo un experimento: mañana por la mañana, mientras tomes tu ducha, párate a pensar en qué estás pensando.
Quiero que te conviertas en tu propio observador omnipresente, que identifiques tus propios pensamientos, tomando conciencia de ellos. Quiero que te pilles a ti mismo pensando y reflexiones… ¿en qué estaba pensando?
Solo así te darás cuenta de que mientras físicamente estás metido en la ducha, tu cabeza te ha teletransportado a muchos otros lados, menos ahí mismo.
Quizá tu mente te haya situado en la reunión que tienes prevista para dentro de dos horas; o quizá te haya emplazado de regreso al pasado, en medio de la discusión que tuviste ayer por la tarde con tus hijos.
Date cuenta de que mientras estabas de viaje al futuro o al pasado, te estabas perdiendo el presente, te estabas perdiendo la vida.
Cuando perdemos el control de nuestros pensamientos y entramos en piloto automático, perdemos la conexión con el momento presente, esto es, con la vida.
Cuando estás bajo la ducha y decides ignorar la sensación del agua mojando tu cuerpo desnudo, y decides no prestar atención al olor del champú, o a la temperatura del agua, estás menospreciando un pedacito de tu vida.
Practica el Mindfulness o la atención plena y deja de ducharte con tu jefa, con tus problemas o con tus frustraciones. Practica la ducha consciente: dúchate con todos tus sentidos (tacto, olfato, vista, oído, gusto) puestos en este pequeño gran milagro diario.
La vida es lo que está pasando aquí y ahora, y este preciso instante no regresará nunca más, así que no permitas que se esfume con pensamientos inoportunos y ¡vive al máximo!