Dulce Navidad, no me Jodas

A tan sólo cuatro días de Navidad y después de un mes de bombardeo con imágenes publicitarias de familias felices y unidas, saturación de luces, villancicos, turrones y regalos, no podía obviar este tema en mi blog… Aunque lejos del tópico navideño, mi post de hoy trata sobre la cara oculta, y no tan dulce, de la Navidad.

¿Quién no ha sentido la presión social por aparentar ser feliz en estas épocas? ¿Por qué tenemos que ser más felices en estas fechas que en Noviembre o en Febrero?

Detrás de preciosas estampas dignas de postal, varios estudios demuestran que, en la temporada navideña, los casos de depresión y suicidios aumentan hasta el 40%, según Manuel González Oscoy, catedrático de la Facultad de Psicología de la UNAM. Es lo que se conoce como la depresión blanca o blues de Navidad, que afecta a hombres y mujeres de todas las edades.

Seamos sinceros y hablemos sin tapujos, ¿quién no se ha sentido obligado a acudir a reuniones familiares que en realidad aborrece? ¿quién no se ha encontrado en alguna ocasión acorralado en una comida familiar, mirando constantemente las agujas del reloj, guardando la compostura y deseando que llegue la hora de huir corriendo?

Es gracioso (o triste, según se mire) que haya algunas familias que no se hablen durante once meses del año y decidan hacer el papelito por Navidad, pensando que la magia de estas fechas arreglará sus desencuentros; cuando la amarga realidad acaba por demostrar que las diferencias entre miembros de una familia no se solucionan con un turrón y que, al finalizar la jornada, probablemente seguirán cargando unos contra los otros, asumiendo con certeza que en los próximos once meses no volverán a tener contacto alguno.

Otra de las causas de la depresión blanca se debe a la nostalgia por el recuerdo de tiempos pasados; o por la ausencia de personas queridas que ya no pueden estar con nosotros… Y, de nuevo, la soledad, la tristeza y la presión por aparentar ser felices, nos aleja todavía más de ella.

Asimismo, al finalizar el año, suele ser común revisar qué propósitos hemos logrado a lo largo de esos doce meses. Darse cuenta de que uno no ha alcanzado sus metas y hacer balance negativo del año conlleva, inevitablemente, a sentirnos deprimidos.

Las dificultades económicas para hacer frente a todos los gastos de la masacre consumista que caracteriza esta época del año, es otro motivo por el que la Navidad no es bienvenida en muchos casos.

El aumento de peso causado por el exceso de comilonas, turrones y polvorones, también disminuye nuestra autoestima y pone en peligro nuestros esfuerzos y objetivos con respecto al cuidado de nuestra salud y bienestar.

Me temo que son muchas las causas por las que la Navidad puede jodernos, así que quiero dejarte algún que otro consejo para que pases la temporada navideña lo mejor que puedas:

  • Utiliza esta época como una oportunidad para el crecimiento personal y el aprendizaje. Reconoce tus emociones y tu estado de ánimo. No te preguntes por qué no estás feliz. Siente el dolor, la nostalgia o la tristeza… pero no te ancles a ellas. Identifícalas, experiméntalas, pasa por ellas y déjalas ir.
  • No te sientas culpable por no hacer lo que los demás esperan que hagas. Si este año no te apetece representar tu papelito en el teatro familiar, no tienes por qué hacerlo si para ti no tiene sentido. Atrévete a ser tú mismo y haz lo que realmente quieras hacer más allá del postureo navideño.
  • Acepta tu situación actual y adapta tu Navidad a tu vida real. Ya no eres esa persona que fuiste hace uno, tres, o diez años. Deja de machacarte y de lamentarte porque las Navidades ya no son lo que eran: el pasado, pasado está. Acepta tu situación actual ya sea para bien o para mal y adapta tu Navidad a ella.

La clave de la felicidad en esta época, y en cualquier otra época del año, es tu capacidad para adaptarte a los cambios.

Haz tuya la Navidad y vívela como a ti te dé la gana: solo, en pijama, tirado en el sofá, viajando por el mundo, acompañado de una o de cientos de personas… Hay muchas formas de celebrar la Navidad, pero sólo una es la mejor: la que tú elijas.

Anna Llebaria

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