
LA DRAMÁTICA HISTORIA DE MI VESTIDO DE NOVIA
Sé que muchas estabais esperando este post. Si os soy sincera, he ido posponiendo su publicación porque todavía no me sentía preparada para revivir la angustia que pasé los días previos a mi boda por este motivo. Tres meses más tarde, por fin puedo explicaros la dramática historia de mi vestido de novia.
Cómo elegí el vestido:
Siempre fui de las que incluso sin tener pareja, me gustaba mirar vestidos de novia en Internet y revistas. Incluso recuerdo de pequeña, junto a mi hermana, las dos sentaditas enfrente de nuestra enorme mesa de escritorio donde pasábamos horas dibujando, diseñar cómo sería nuestro futuro vestido de novia. ¡El mío lo pinté azul! XD
Por ello, llegado el momento, tuve muy claro cómo iba a ser el tipo de vestido que luciría el día de mi boda. Tiempo antes a mi pedida, ya seguía en redes sociales a una diseñadora francesa, Rime Arodaky, cuyos vestidos me tenían enamorada. Eran justo lo que yo tenía en mente: vestidos juveniles y modernos, lejos de los clásicos de novia, son vestidos con un toque informal, atrevidos y sexys.
Así que ése fue el primer sitio al que fui a probarme algunos vestidos después de mi pedida de mano. Luego, únicamente fui a tres ateliers más para ver otros estilos y no cerrarme opciones. Y ¿sabéis qué? El primer vestido de novia que me había probado en toda mi vida, fue el que finalmente elegí para el gran día. De Rime Arodaky, obvio.
El vestido, ya lo había visto en la web oficial de la diseñadora, y me había alucinado. Una vez en el showroom de Barcelona, me probé algunos más, todos divinos, pero ese, el primero, era la caña… el que me había enamorado desde el principio, era el vestido.
Retoques que hagan tu vestido único:
En mi opinión la personalidad de una novia se ve reflejada en su vestido, por eso te aconsejo que te escuches y tengas claro cómo te gustaría que fuera exactamente tu vestido, para sentirte cómoda con él y ser tú misma.
En mi caso, cambié algunas cosas del diseño original para poder conseguir el resultado que buscaba: quería sentirme cómoda y que el vestido reflejara mi forma de ser.
Durante y después de la boda, muchos invitados han descrito con los dos mismos adjetivos mi vestido: elegante y sexy. Me encanta. Y lo mejor, es que era muy mío.
Sin embargo, no es oro todo lo que reluce, y la gestión de estos retoques fue el preludio de un trato penoso por parte de la persona que me atendió.
La historia se complica:
Os prometo que no suelo ser la típica clienta quejica ni pesada; al contrario. Por eso no entiendo el trato ofensivo e impropio que recibí por parte de una de las responsables del showroom de Rime Arodaky en Barcelona.
Hasta el año pasado, si querías lucir un vestido de esta diseñadora tenías que irte a Londres o a París. Por eso me sorprendió negativamente que esta marca, supuestamente prestigiosa, hubiera elegido a alguien con tan poco tacto a la hora de tratar con las clientas.
Tuve demasiados desencuentros y engaños en cuanto al precio y fecha de entrega del velo (por lo que decidí hacérmelo en otro lugar especializado); hasta tres días antes de la boda no quisieron darme muestra de la tela del vestido para que pudiera hacerme el velo; también tuve problemas con los retoques del vestido; y, sobretodo, decepcionante trato personal de la persona que me atendió.
Lo peor está por llegar:
Me casé el día 22 de Septiembre, un viernes. Una semana antes tuve la última prueba del vestido en el showroom. La tensión con la chica que me había atendido era obvia, pero hasta el momento no quise quejarme. Yo sólo quería que mi vestido estuviera perfecto y poder llevármelo cuanto antes a casa.
A una semana de la boda, mi vestido estaba impecable y concretamos que iría a recogerlo el lunes día 18 (tres días antes de la boda). Llegado el lunes, desde el showrrom la chica en cuestión me pide que mejor fuese al día siguiente a buscar el vestido: me aseguró tener mucho trabajo y que no me podría atender. Aunque me pareció extraño, no tuve más elección y accedí.
Así pues, el martes, fui a recoger el vestido, y me abre la puerta del showroom otra persona que hasta el momento no había visto nunca… me comenta que su compañera está de viaje, y me entrega el vestido en la misma puerta, sin dejarme entrar y sin mostrármelo primero, metido dentro de la funda.
Vacilé. Era todo un tanto extraño. Pero pensé que si hacía tan sólo tres días me lo había probado y estaba todo bien, no tenía de qué preocuparme. Me fui para casa y al sacar el vestido de su funda…
Apocalipsis:
Para una novia, su vestido es una de las cosas más importantes del día de su boda, incluso me atrevería a decir que para cualquier mujer que sueña con casarse, el vestido de novia es el vestido de su vida. Después de varias pruebas, arreglos y retoques, sólo deseas que todo quede bien y brilles como nunca el día de tu boda.
Ahora imagínate la siguiente escena: a dos días de tu boda, recoges tu vestido de la tienda, de camino a casa lo custodias como si fuera un auténtico tesoro (el precio es una señal de que efectivamente podría serlo). Lo colocas delicadamente en los asientos traseros del coche para que no se arrugue lo más mínimo. Conduciendo, vas mirando por el retrovisor asegurándote de que está en su sitio y no se mueve lo más mínimo. Desesperas cuando encuentras algo de cola en la carretera porque medio minuto más dependerá de que se le marque una nueva arruga…
Al fin, llegas a casa, feliz con tu tesoro a salvo. Abres la funda que lo protege y, de repente, notas algo húmedo al tacto. Aceleradamente tratas de descubrir de qué se trata… Repasas a toda velocidad de arriba abajo el vestido y cuando ves los bajos, quieres morir.
Yo quise morir al ver los bajos y la cola de mi vestido… estaban completamente sucios, como embarrados, de color marrón, estaban arrugados y húmedos. El corazón me dio un vuelco, la sangre me empezó a arder, pienso que me quedé unos segundos en estado de shock ¡no podía creérmelo!
Cómo exasperar a una novia:
Como imaginarás, toda la insatisfacción por el trato recibido estalló en ese momento. Sentía rabia e impotencia.
La respuesta desde el showroom fue que había sido culpa de la tintorería… Después de todo, y aun no tuvieron la decencia de asumir su error. Se disculparon, sí, pero no asumieron su responsabilidad y señalaron a la tintorería como la causante del desastre. Indignante.
Nunca quisieron darme el teléfono de dicha tintorería fantasma… En todo caso, un vestido de novia a estrenar, ¿para qué va a la tintorería? Igualmente, ¿qué profesional entrega un producto sin revisarlo primero? Eran muchas las preguntas de impotencia que me ardían todavía más por dentro.
La única solución factible dadas las circunstancias fue llevar el vestido, ahora sí, a la tintorería y, por suerte, el día antes de la boda pude dormir tranquila gracias a que ya no quedaba rastro del desastre.
El desenlace:
El día de la boda pude lucir el vestido perfecto. Sin embargo, aún hoy sigo viendo vergonzoso que una prestigiosa marca como Rime Arodaky cuente con unas representantes de su marca en Barcelona capaces de dar un trato así a sus clientes.
Si me hubiera comprado un vestido de treinta euros en el Zara, quizá podría llegar a justificar que no me lo entregaran impecable. Pero habiendo pagado la fortuna (para mí) que costó mi vestido, tendría que haber recibido un trato, como mínimo, decente.
Una simple disculpa fue lo que me dieron. Ningún detalle ni compensación por los inconvenientes, nada. Nunca escribí una queja formal a los responsables de la marca en París. Y a estas alturas no creo que nunca lo haga.
Pedí explicaciones al Showroom, incluso pensé que le había caído mal a la chica que me atendió y por eso había decidido ensañarse conmigo. Por mi mente pasaron muchas teorías con las que yo trataba de encontrar la explicación a todo ese drama que me había tocado vivir.
Sin embargo, me di cuenta de que todos esos pensamientos solamente me acarreaban más sufrimiento. Permitían que el dolor se postrase en mí, y que entrara en un bucle de irritabilidad que no me hacía nada bien.
Como siempre os digo, ¿qué sentido tiene que sigas dándole vueltas a algo que ya no puedes cambiar? Nadie me quitará la ansiedad ni el malestar que sufrí durante esos días, por más quejas que hiciera, por más vueltas que le diera… Así que opté por esforzarme para revertir la situación y retomar el control.
¿Cómo?
Aceptación y centrarse en lo positivo:
El drama de mi vestido de novia había ocurrido, eso no lo podía negar. Por eso cada vez que los pensamientos y las emociones negativas acudían a mí, los aceptaba y los apartaba de mi mente, llevando toda mi atención a las otras muchas cosas buenas que simultáneamente me estaban sucediendo.
No me podía permitir dejar de disfrutar de los últimos preparativos, la última cena de solteros mi marido y yo solos, la llegada de familiares y amigos de otras partes del país, la luna de miel… Tenía muchos más motivos para estar alegre que triste o enojada.
Date cuenta de que, si una quiere, lo bueno es capaz de eclipsar lo malo y que sólo tú tienes el poder de dejar la historia en el pasado y vivir con toda tu alegría las cosas buenas que te rodean.
Y de las malas, ya será el karma quien se pronuncie.
Marina
mayo 16, 2018 at 3:00 pmHola Anna,
Acabo de encontrar tu post al buscar en Google «problemas con Rime Arodaky».
Te explico…
Me caso el próximo 23/06/18, y como tú, tuve muy claro que queria llevar un vestido de Rime Arodaky desde un principio. El vestido lo encargué a mediados de Noviembre. A mediadios de Abril me contacta la chica que me atendió par concretar cita para el 1r fitting, y decidimos que seria el dia 11 de Mayo. Hasta aquí, bien.
El dia antes de acudir a la cita, me dice que sintiendolo mucho tiene que cancelar el fitting porque la modista tiene un compromiso. Me parece raro, pero bueno. Le digo que me de hora para la otra semana. Y aquí empiezan mis problemas. Empieza a darme largas a las fechas que le propongo, diciendome que no les va bien, y me dice que tenemos tiempo de sobras y que tendremos que quedar a partir del 28 de Mayo. Me enfado mucho y le digo que haga el favor de darme cita lo antes posible, que no pienso ir a probarme el vestido 3 semanas antes de la boda. Resumiendo: me da largas porque estamos a 16 de Mayo y el vestido aún no ha llegado, y no me lo quería decir. Me ha dicho que lo mandan la semana que viene, ya veremos si esto es verdad o no…. yo ya no me creo nada.
Te juro que por mucho que me guste la marca, lo llego a saber y me voy a otro sitio.
Como tu dices, con el dineral que valen los vestidos, no sé como la marca ha podido poner a alguien tan poco profesional en su showroom. Es increíble.
En fin, veremos como acaba esto…
Anna Llebaría
mayo 16, 2018 at 3:19 pmQué horror Marina… Pues está claro que no soy la única a quien la han tratado fatal. Te entiendo perfectamente, y sólo de pensar que estás a un mes y poco de tu boda y que aún no te has podido ni probar el vestido… uufff! La verdad es que es una pena que, con lo preciosos que son los vestidos de Rime, en Barcelona se esté dando esta pésima imagen de la marca. Espero que sea verdad y te llegue el vestido la semana que viene y quede todo en una mera anécdota. Seguro que el 23/06 disfrutarás de tu día y estarás preciosa con tu Rime Arodaky. Un besito y gracias por escribirme.