POR EL AMOR DE UNA ABUELA

A raíz del post de la semana pasada ¿Qué quieres por Navidad? recibí una petición de una de mis lectoras, quien entre lágrimas me comentaba que su mayor deseo para estas Navidades era poder ver a su única nieta.

Desde hace largo tiempo que no puede verla, hablar con ella, besarla… Y no porque vivan lejos -de hecho, viven en la misma ciudad- si no porque a raíz de un conflicto con su hija, ésta última decidió poner tierra de por medio y distanciar a toda la familia de su propia madre.

Los conflictos familiares no son fáciles de abordar. Cada parte tiene su versión y su propia verdad, y la enorme carga emocional que lleva consigo cualquier conflicto familiar, suma una mayor dificultad a su resolución.

Lo más grave en este tipo de conflictos son las consecuencias que acarrean. Sobre todo porque acaban pagando los que menos culpa tienen, como siempre, los pequeños de la casa.

 

 

Cuando esta persona acudió a mí y me pidió que escribiera un post sobre su situación, me quedé un tanto bloqueada: ni tan siquiera soy madre, ¿cómo podría yo escribir sobre los sentimientos de una abuela a la que no permiten ver a su nieta?

Entonces caí en la cuenta de que no soy abuela, pero sí soy nieta; y aunque desgraciadamente ya no tengo ningún abuelo vivo para disfrutar de ellos -apenas recuerdo a mis dos abuelos que fallecieron cuando yo era muy pequeña- durante toda mi infancia y adolescencia tuve la gran suerte de tener a mis dos abuelas Anna y Manuela llenando mi vida. Al recordarlas me emociono, por todo lo que significaron para mí ❤

AMOR INCONDICIONAL, SABIDURÍA, TERNURA, ENTREGA, RISAS y COMPLICIDAD, son algunos de los preciosos legados que me dejaron mis dos abuelas, de los que me siento profundamente agradecida y afortunada.

 

 

En mi opinión, poder compartir tiempo con tus abuelos es uno de los mejores regalos de la vida. Cuando eres niño y pasas tiempo con ellos, te hacen sentir el centro del universo, único, el mejor. Te miman y te comprenden como nadie, y a ellos puedes contarles todos tus secretos y tus primeras preocupaciones como niño y adolescente.

El vínculo que se crea entre un nieto y un abuelo es único e insustituible. Por eso, a pesar de los problemas y conflictos que entre adultos puedan aparecer, nuestro deber como adultos es evitar que los niños sufran las consecuencias. Ningún conflicto debería estar por encima de la relación tan especial que existe entre un nieto y sus abuelos.

Si de algo puede servir este post, espero que sea para que todos tomemos consciencia de las graves repercusiones que nuestras conductas y decisiones pueden tener sobre las demás personas. Y que, a veces, es conveniente ceder en orgullo y ego, por el amor de una abuela.

 

 

A ti, M., mucha fuerza y gracias por leerme. 

 

Anna Llebaria

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